“El espíritu del placer” (2 de 2)

El desarrollo no es ni puede ser un proyecto de corto plazo. Se necesita de mucho esfuerzo y dedicación, de una fuerte vocación de entrega y de servicio para alcanzarlo. Pero es preciso acometer la tarea de ir en su búsqueda de una vez y para siempre.

“El espíritu del placer”, al que me refería ayer, pudiera estar impidiéndonos abordar esa faena, cada vez más lejana a juzgar por los temas que dominan el debate entre los partidos, con una muy pronunciada tendencia al ataque personal y una ausencia notable de los temas más acuciantes de la realidad dominicana e internacional. El país logró hace dos décadas un acuerdo de libre comercio con los Estados Unidos y Centroamérica. Este paso ha sido fundamental para la estabilidad de la economía. Las tendencias prevalecientes en las relaciones entre los estados, en un mundo globalizado en el que cada día se acortan las distancias y desaparecen las fronteras, lo hizo y hace indispensable.

De manera que desembarazarnos de la tendencia a lograrlo todo con un mínimo de esfuerzo, debería ser una de las grandes prioridades en materia de actitudes colectivas. Evidentemente no se trata de una meta a lograrse en el plazo inmediato. Pero en la medida en que nos fijemos objetivos más allá del ámbito de una o dos administraciones gubernamentales, estaremos dando pasos hacia la conquista del futuro.

Admito que el sacrificio no es una virtud que practiquemos con entusiasmo. Sin embargo, con demasiada frecuencia solemos caer en la tentación que el “espíritu del placer” nos pone en el camino. No ha de resultar extraño entonces que en períodos particularmente difíciles de nuestra historia, reciente y lejana, hayamos presenciado la destrucción de lo que logramos construir con enormes recursos y con la entrega de gente que supo, en su momento, ofrecer lo que el país le exigió.(Reproducido con autorización del autor. Publicado en elCaribe)

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