Luis y el PRM no quieren a Wilson (2 de 3)

Por Jesús Arias Parra

Todo parece indicar que el presidente de la República, Luis Abinader, y la alta dirigencia del oficialista Partido Revolucionario Moderno (PRM), no quieren nuevamente como candidato al alcalde del municipio Pedro Brand, Wilson Paniagua.

La observación se desprende por el método utilizado por la dirección nacional del PRM para escoger al candidato que encabezará la boleta municipal de ese partido, en procura de retener la Alcandía en las elecciones de febrero de 2024.

La dirigencia del PRM decidió seleccionar su candidato a la Alcaldía mediante la realización de tres encuestas abiertas (una ya fue supuestamente realizada), a través de las cuales somete a los cinco precandidatos al escrutinio general de los munícipes, independientemente de que simpaticen o no por ese partido.

La realización de encuestas abiertas, en las que el candidato escogido será el que alcance la mayor votación en dos de ellas, desfavorece las aspiraciones reeleccionistas de Paniagua, afectadas ya por las críticas generalizadas a su gestión, a causa de su propio manejo personal y su cuestionada capacidad gerencial.

La imagen personal de Paniagua se vio afectada desde el inicio de su gestión. Los medios de comunicación nacionales cuestionaron la declaración jurada de ingresos que depositó al asumir el cargo, en la que figuró con activos que superan los mil millones de pesos (unos veinte millones de dólares).

Posteriormente la Contraloría General de la República, cuyo titular fue designado por el propio presidente Abinader, auditó el primer año de gestión de Paniagua (2020-2021), y remitió sus conclusiones a la Procuraduría Especializada de Persecución de la Corrupción Administrativa.

El presidente Abinader y la dirigencia del PRM pudieron haber escogido ese mecanismo de elección para salir de Paniagua porque saben que posiblemente ningún alcalde (quizás el de Santiago, antes de asumir la candidatura presidencial de su partido), saldría bien parado en encuestas abiertas, por la baja popularidad que regularmente los afecta al llegar al tercer año de gestión.